
Cerrar podrá mis ojos la postrera
Sombra que me llevare el blanco día,
Y podrá desatar esta alma mía
Hora, a su afán ansioso lisonjera;
Mas no de esotra parte en la ribera
Dejará la memoria, en donde ardía:
Nadar sabe mi llama el agua fría,
Y perder el respeto a ley severa.
Alma, a quien todo un Dios prisión ha sido,
Venas, que humor a tanto fuego han dado,
Médulas, que han gloriosamente ardido,
Su cuerpo dejará, no su cuidado;
Serán ceniza, mas tendrá sentido;
Polvo serán, mas polvo enamorado.
Francisco de Quevedo es sobre todo conocido por su poesía satírica y burlona, siendo poco conocida su poesía amorosa. Sin embargo, ésta, a juicio de los críticos, alcanza las más altas cotas de la lírica española. Es lo que ocurre con "Amor constante más allá de la muerte", considerado uno de los más bellos sonetos de amor jamás escritos en lengua española.
Puede que él conociese a unos enamorados similares a éstos encontrados en la región de la Lombardía, cuya bella y original bandera representa a estos originales y bellos enamorados.
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